Lo narran los más antiguos del pueblo…
Antiguamente quién iba comerciando tanto por las tiendas, como por los cortijos, era el llamado recovero.
Un día el recovero llegó a Fuencaliente como cualquier otro día a negociar y el acetre de la iglesia (recipiente de metal en el que el sacerdote hecha el agua bendita y con el hisopo que lleva dentro, desparrama el agua bendita sobre los fieles para que esta forma se sientan purificados y libres de sus pecados) había desaparecido, pues este forastero pasó a la iglesia y robó este objeto sagrado.
El cura cuando tuvo conocimiento de ello se lo comunicó al pueblo. La justicia anunció que la gente del pueblo no había sido, que el único que podía haber sido era el recovero.
La justicia echó tras él por ver si lo llevaba y habiéndose dado cuenta el forastero de que lo seguían, mientras iba el camino de Almodóvar, cambió su camino y en una mata escondió el acetre.
Llegada la justicia le preguntó si llevaba el acetre, el hombre negó, y juró negando que él no se lo había llevado, insistiendo que lo registraran porque él no era un ladrón y hasta tal punto llegó su osadía que terminó por decir: “por la gracia de Dios digo cuantas veces sea menester que me coman los malos lobos si yo he robado el acetre”.
La justicia se dio por satisfecha convencida de que el recovero había dicho la verdad, y decidieron volverse al pueblo, camino de él y al poco rato oyeron voces por donde había dejado al hombre, volvieron a ver que eran tales voces y hallaron su mulo al lado de un roble, la cabeza y los huesos del hombre metidos en el acetre que el mismo había dejado escondido detrás de una mata.
La justicia se llevó el acetre y los huesos del hombre. Actualmente el acetre puede verse en la iglesia de Fuencaliente.
Este hecho sucedió en el Puerto del Acetre, actualmente llamado Puerto de Valderrepisa, a unos 8 km del municipio de Fuencaliente en dirección Ciudad Real.